Alrededor de Sichuan.

Casas y banderas en el cerro.

Ya con las pilas recargadas nos dispusimos a recorrer la region de Sichuan. Esta region ubicada casi al centro de china, limita al oeste con el tibet, al que lamentablemente no podiamos ir, pues a la fecha, el gobierno pide para otorgar la visa un grupo de al menos 5 personas ( o pasaportes, lo que facilita las cosas pues no es necesario que vayan los cinco, solo necesitan presentar los cinco pasaportes de la misma nacionalidad a la hora de postular a la visa). Este trámite se hace a través de una agencia de viajes, quienes «auspician» tu visa; existen casos de extranjeros que entran al Tíbet a la mala, sin embargo el riesgo de que te controlen es alto, mucho más en estos momentos dado que se vienen las elecciones del «partido», y el castigo es basicamente tu expulsion del país, y la imposibilidad de volver a pisar China.

Tomamos un bus con direccion al oeste. Un viaje de 7 horas en bus, donde el paisaje que se veía a través de la ventana me recordaba mucho al sur de Chile; densa vegetación de color verde oscuro cubría los cerros, solo atravesados por grandes ríos que se mostraban majestuosos con las grandes montañas de fondo; montañas hacia las que nos dirigíamos, esperando encontrar algo del Tíbet y su cultura.

Calles en Kanding.


A medida que subíamos y la vegetación se hacía menos espesa, comenzó a cambiar todo; los cerros se empezaron a ver amarillos y oscuros, las casas se convirtieron en grandes y toscos cuadrados de cemento, con techo de madera y pequeñas ventanas de colores, los Yaks comenzaron a aparecer pastando en el horizonte. Seguiamos subiendo; y ya a más de 2000 metros de altura el panorama era otro, los trajes negros con colores fuertes estaban por todas partes, y las caras, curtidas por el sol de la altura, develaban rasgos diferentes a los que acostumbrábamos, la influencia tibetana en la zona podía sentirse por todas partes.

Señoras Tibetanas.

Nuestra primera parada fue Kanding, situada a 2600 metros de altura, y enclavada en un estrecho valle, la ciudad ha debido crecer alargada, pero con tan solo un par de calles a lo ancho. Es un lugar tranquilo y limpio; la gente curiosa nos observaba, y algunos se atrevían a preguntar de donde eramos; el que mas se acerco fue brasil, pero despues de escuchar a algunos preguntar si eramos de turquía, india o medio oriente, creo que vamos directo a una crisis de identidad. Bueno, Kanding es un lugar muy bueno para los amantes del Trekking, las montañas que circundan el valle son de aproximadamente 3200 metros de altura, lo que las convierte en una excelente opcion para realizar un paseo de un dia, y volver al atardecer al pueblo.

Monasterio en Kanding.

Ya de vuelta al pueblo, es posible visitar los diferentes monasterios que existen; los monjes son gente muy amigable y siempre estan dispuestos a ayudarte o a intercambiar alguna palabra contigo. Si visitas un monasterio al atardecer, ya sea que vengas de la montaña o simplemente estes hambriento, por ¥5 (algo asi como 400 pesos) podrás cenar con los monjes!, quienes por cierto son vegetarianos, pero que en ningun caso te decepcionara la comida, pues es muy sabrosa y abundante; y la experiencia de cenar en un comedor común con cientos de monjes parece algo salido de una película.

Carretera Sichuan-Tíbet

Queríamos subir un poco mas por la carretera Sichuan-Tíbet, y tuvimos mucha suerte, pues conocimos a un grupo de jóvenes Chinos, quienes pensaban tambien internarse un poco mas hacia el oeste, asi que viajamos juntos un par de días. Tengo que darles el crédito, pues para moverse hacia otros lugares había que negociar una mini-van directamente con el conductor, y gracias a ellos no tuvimos que pagar inflados precios tan solo por ser extranjeros.

Hito camino a Xindu Qiao.

Fue asi que seguimos subiendo, el punto mas alto fue a 4300 metros de altura, respirar ya se hacia dificil y tan solo un par de pasos rápidos te ponian a jadear instantaneamente. Menos mal que habíamos pasado los últimos días en Kanding, pues nos permitió soportar un poco mejor la altura. Un error muy común en todos los viajeros es simplemente subir de una sola vez a grandes alturas, y el cuerpo, poco acostumbrado a el aire liviano, paga las consecuencias: mareos, dolor de cabeza, ahogamiento e incluso vómitos, todo lo que conlleva la hipoxia, apunamiento, o «mal de montaña».
Nuestra siguiente parada fue un pueblo llamado Xindu Qiao, donde basicamente…no hay nada. Se trata de un par de calles, donde no hay mas que gente de raza Amdo, quienes incluso visten todo su traje tradicional. Las Tibetanas, con sus trajes coloridos, sus zapatos, e incluso sus caras, me recuerdan mucho a las «cholitas» que es posible ver en la sierra sudamericana, tanto en peru como bolivia y parte de ecuador; por su parte los hombres mas que parecer Chinos, tienen un aire a los nativos norteamericanos; no es necesario mencionar la escritura, el idioma o las costumbres, basta con ver a esta gente a la cara para darse cuenta que estamos frente a una nación completamente distinta a la China.

Ruedas de oración.

Nuevamente debo darle crédito a los amigos Chinos con los que viajábamos, las comidas, movilización, y todo tipo de gestión la realizaron desinteresadamente. Llegamos a Tāgong, a mas de 3500 metros de altura, un pequeño pueblo en el que existe un monasterio muy famoso e importante para el budismo tibetano. Las ruedas de oración, aquellos grandes cilindros que la gente hace girar para orar, y los mantras que flameaban al viento estaban por todas partes. El paisaje ya era 100% montañoso, no habia duda; era lo más cercano que estaríamos al Tíbet.

Monasterio en Tagong.

Tras disfrutar junto a una abuela un vaso de yogurt de Yak, decidimos que era hora de volver a Xindu qiao, para emprender el viaje de regreso al mundo Chino. Volvimos a Kanding, pues el bus que necesitabamos salía al otro dia a las 7 AM. Uno de nuestros amigos chinos nos pidio que le lleváramos a sus padres un balde con yogurt que habia comprado en Tagong, y obviamente le dijimos que sí. Sin embargo al rato se me pasó por la cabeza todas esas historias de «llevale a mi tio este regalito»‘, y que finalmente resultaba ser algo lleno de estupefacientes, lo que desembocaria basicamente en que pasaría largo tiempo en una carcel China, desde donde varios años después escaparía de alguna manera ingeniosa, y mi testimonio lo recogeria algun programa como «preso en el extranjero». Sin embargo toda esa agitada y pésima fantasía quedo atrás cuando abrimos el balde y no era más que yogurt.
Llegamos a nuestro siguiente destino, nuevamente solos. Leshan, una ciudad al sureste de Sichuan. En esta pequeña ciudad confluyen 2 ríos, lo que en su momento era un problema para los pescadores, pues generaba una corriente tan fuerte que los pequeños botes no podían soportarla. Fue asi como a un monje se le ocurrió, hace ya más de 1200 años, que esculpir una imagen gigante de Buda en la montaña frente al río sería una efectiva manera de calmar las aguas correntosas.

Gran Buda de Leshan.

El monje no vivió para ver su proyecto terminado, pues las obras se terminaron 90 años despues de su muerte. Hoy en día, el enorme buda sentado de 71 metros de altura sigue observando en su lugar; y efectivamente las aguas del río se hicieron más mansas, aunque años despues se comprobó científicamente que fue debido a toda la piedra que se arrojó al río, pero sigue siendo una buena historia. El cerro en el que se encuentra la enorme estatua, está muy bien tenido, increíblemente los chinos han respetado los carteles que dicen «no rayar ni escarbar la piedra», y los paseos se encuentran en óptimas condiciones. Este ha sido un cerro importante desde la dinastia Tang (como los jugos), por lo que esta cargado de historia por todas partes, asi que merece una visita. La entrada cuesta ¥90, pero recordando lo que habiamos visto en los guerreros de terracota, decidimos comprar estudiante (¥50), y mostramos nuestras tarjetas de la universidad en Chile. Tras mirarlas un segundo, la cajera emitió los boletos sin realizar ninguna consulta.
Junto al Buda gigante, se encuentra el parque oriental de los Budas, en el que es posible encontrar 3000 estatuas diferentes de Buda, todas réplicas de famosas estatuas de toda Asia.

Entrada al Parque.

Dentro de cuevas y al aire libre; las representaciones vandesde el buda gordito que todos conocen por los mercados chinos, hasta figuras andrógenas provenientes desde Nepal; y un buda acostado de 170 metros, esculpido en la ladera del cerro, pero que dada la vegetacion fue imposible apreciar completo.

Buda de las mil manos en las cuevas del parque.

Leshan esta a solo dos horas de Chengdu, por lo que la mayoría de la gente realiza el viaje por el día. Esto a llevado a que la disponibilidad de hostales baratos en el pueblo sea basicamente nula; de todas formas, una pieza para dos personas sale ¥130, lo que entre dos lo hace ligeramente más caro de lo que sale un dormitorio en un hostal. Sentimos un poco de hostilidad en la ciudad de parte de los taxistas, quienes se negaban a llevarnos o derechamente pedian precios que resultaban ridículos considerando el verdadero valor de la carrera.
En fin, este tiempo que hemos pasado internados en la montaña, y en la provincia de Sichuan, nos mostraron otra China, una que funciona un poco mas lento y donde la gente aún no olvida (del todo) la amabilidad con el prójimo. Ahora nos espera un maravilloso y entretenido viaje de 30 horas en tren, hacia nuestro último destino en la China continental.

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