El Dhobi Ghat: la lavandería al aire libre más grande del mundo.

Si alguna vez lavas ropa en Mumbai, aunque vayas a la lavandería más exclusiva, lo más probable es que tus prendas acaben colgadas en este lugar.
Fundado hace más de 130 años, durante el Raj Inglés, comenzó con la finalidad de servir como lavandería para los ingleses residentes, sin embargo con el pasar del tiempo el ghat ha crecido con la ciudad, y hoy su magnitud es tal, que más de 200 familias viven y trabajan en él.

Llamada la lavandería al aire libre más grande del mundo, el sistema funciona de la siguiente manera: cada empresa, familia o institución arrienda anualmente un lavatorio al municipio de la ciudad,quien administra el lugar, y luego deben pagar una pequeña cantidad por cada prenda que quieran lavar.

Vista desde la estacion mahalaxmi.

Así, en el enorme complejo los lavatorios se organizan según la finalidad que se les de, por ejemplo en un lado está exclusivamente lo relativo a servicios hospitalarios y clínicos, por otro la ropa de familias que poseen un espacio, y así se van ordenando, por lo que las «lavanderías» de la ciudad en su mayoría cumplen solamente un papel de agente en el proceso. Ya se lo que están pensando…¿Como no se pierde ni se confunde la ropa en un lugar tan grande y ajetreado? Pues bien, no tengo la menor idea, pero el sistema es tan eficiente y organizado que los habitantes de Mumbai prefieren lavar la ropa aquí que en una lavandería automática.

«Dhobi» es el nombre que se le da a quien trabaja aquí.


Al caminar por los enredados y colapsados pasillos del ghat el olor a detergente envuelve todo el ambiente; entramos a un edificio a medio desmoronar, la luz se cuela por el techo lleno de hoyos, dándole al lugar un aspecto un poco sombrío; varios hombres sentados en silencio nos miran desde el fondo mientras se reúnen en torno a un brasero. Al otro lado de la habitación, un hombre llamado Raj utiliza una vieja plancha a carbon, su compañero hace lo propio con una plancha un poco más moderna, pero cuyos cables pelados llaman inminentemente al desastre, mientras que un tercer personaje dobla camisas con tal maestría y rapidez que dejaría impresionada hasta a la más esmerada de las madres.
Las largas filas de coloridos sarees colgados se mueven al unísono con el viento, y solo el saludo amistoso de un «dhobi» (el nombre dado a quienes trabajan y viven en este lugar) me saca de ese hipnótico espectáculo. «Aquí le sacamos hasta la mancha más rebelde, garantizado».- me dice

La entrada al recinto.

Cada uno de los trabajadores del lugar recibe 80 rupias al día por realizar su trabajo (algo así como 700 pesos), y además viven en la lavandería. Las condiciones son bastante chocantes; en algunos lugares se encuentran hasta 20 personas hacinadas en un espacio de algo así como 8 metros cuadrados, otros durante la noche vacían las tinajas que usan para lavar la ropa y duermen en ellas, y otros más ingeniosos se han construido su pequeña choza con restos de plástico y bambú.

Sarees y ropa secándose al sol.

Un turista europeo toma fotos con un gran angular desde un puente cercano, quizás el contacto con este lugar sea demasiado fuerte para él; los lavatorios siguen apareciendo y tanto niños como abuelos remojan y golpean la ropa contra una piedra que usan para remover la suciedad; al mismo tiempo que veo a una familia india de alguna casta alta haciendo una especie de «tour» a través del lugar, de lo cual nos aprovechamos para recorrer las manzanas que componen la lavandería.
El deseo de surgir y salir de este lugar se ve opacado, justamente por la organización de castas que aún existe en la sociedad India. En simples palabras, se trata de inamovilidad social, pues estas predestinado a realizar la labor de tu padre (tu casta), sea cual sea, para así poder reencarnar en una mejor casta la próxima vida, pero de no hacerlo, la próxima vez reencarnarás en algo más bajo o peor aun, en un animal.
Teniendo a la religión como una verdad absoluta, no es de extrañar que la mayoría se resigne a cumplir el papel que le tocó en esta vida, convirtiéndose en un circulo vicioso para las siguientes generaciones y con el único consuelo de que si hacen bien su trabajo en la próxima vida les tocará algo mejor.

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