Entre cascadas, templos y montañas.

Monjes mendigando en la mañana.

Monjes mendigando en la mañana.

Al norte de Vientiane, a orillas del Mekong se encuentra Luang Prabang. Con tan solo 77 mil habitantes es la tercera ciudad más grande del país; capital cultural, religiosa, y una de las ciudades con más historia de Laos. Tras un pesadísimo viaje de doce horas en asientos tamaño local, llegamos a la ciudad a eso de las seis de la mañana. Las calles aún a oscuras eran recorridas por filas de novicios budistas que a esa hora comenzaban con el ritual que día a día aquí ocurre; recolectando comida que era ofrecida por los habitantes de la ciudad. Nos quedamos mirando curiosos junto con otros tantos que se habían levantado a esa hora para verlo, y junto con hordas de fotógrafos impertinentes que a ratos te dejaban ciego con tantos flashes. Cuando la situación habia terminado, debíamos comenzar con la actividad que más aburridos nos tiene: buscar alojamiento. Eran alrededor de las siete, y los únicos lugares que a esa hora tenían disponibilidad estaban muy por encima de nuestro presupuesto; seguimos buscando pero ningún hostal con un precio decente tenía espacio, quizás hacer una reservación hubiese sido buena idea, pero a estas alturas solo nos quedaba sentarnos a tomar desayuno y matar el tiempo hasta la hora del check-out.

Rivera del Mekong.

Rivera del Mekong.

Ya instalados en un lugar nos dispusimos a recorrer la ciudad, que a decir verdad es bastante pequeña. Este lugar emana la misma sensación que Vientiane: una tranquilidad que solo se ve interrumpida por algún vehículo de gran envergadura, y sus numerosos templos y monumentos dan cuenta de su glorioso pasado. La ciudad se encuentra casi por completo dedicada al eco turismo: muchísimos paseos a la selva, cascadas, cuevas y actividades como canopy, trekking, kayak, rafting, son algunos de los panoramas ofrecidos por las numerosas agencias de viaje.
Las tranquilas calles de la ciudad.

Las tranquilas calles de la ciudad.

Nuevamente teníamos la opción de contratar un tour o un tuk-tuk para ir a ver una de las grandes atracciones de este lugar: las cascadas Kuan Si. Pero el gusto por la moto ya es parte de nosotros, así que lo hicimos por nuestra cuenta. 25 kilómetros siguiendo las señales y nos fuimos a visitar las cascadas. No esperábamos nada más que ver agua cayendo por alguna quebrada llena de vegetación(la verdad es que no teníamos muchas expectativas del lugar, hasta este momento Laos seguía siendo un simple paréntesis en el viaje), sin embargo al llegar nos quedamos impresionados por la belleza del entorno; la cascada en sí no era muy diferente a cualquier otra, pero hacia abajo se forman piscinas de agua turquesa, casi brillante, y en las que al bañarte te daba la sensación de estar como en un pequeño oasis en medio de un bosque.

Kuan si.

Kuan si.

Intentamos ir a ver otras cascadas esperando ver el mismo espectáculo, pero muchas de ellas se encontraban secas debido a la estación, así que el paseo lamentablemente fue en vano, pues las que aún tenían agua no se comparaban en nada a la primera.

Al caer la noche, la principal calle de la ciudad se transforma en un mercado nocturno en el que los souvenirs con el nombre del lugar están por todas partes, pero también se ofrecen pinturas, especias y muchos otros productos interesantes. Los vendedores siempre están abiertos a negociar, a decir verdad ya nos dimos cuenta que a lo largo de todo Asia el regateo es toda una institución (como una vez nos dijeron: «si tu estas feliz con el precio, yo estoy feliz»), por lo que con un poco de simpatía y habilidad es posible sacar las cosas al menos a mitad de precio (y seguramente aún están teniendo una gran ganancia).

Templo al atardecer.

Templo al atardecer.

Aunque esta ciudad no se caracteriza por su bohemia, el panorama disponible resultó ser bastante entretenido. Habíamos escuchado de un tal «bowling alley», por lo que luego de unas cervezas decidimos ir a darnos una vuelta por ahí, ya que era el único lugar para ir pasada la medianoche (Laos tiene un extraño toque de queda que rige desde aproximadamente las 11 pm). Pensábamos que llegaríamos a un callejón con bares de mala muerte, boliches turbios o algo por el estilo, pero para nuestra sorpresa se trataba de un verdadero lugar para jugar bowling! En este lugar los Lao y los extranjeros se juntan, y entre la música, las cervezas y las líneas de bowling se arma muy buena onda.

Puesto de baguettes!

Puesto de baguettes!

Para que hablar de la comida, también ha sido excelente. En el punto neurálgico de la ciudad, a un costado, varios puestos ofrecen baguettes y unos shakes que estan buenísimos, y también haciendo gala de la herencia colonial francesa las pastelerías abundan a lo largo del pueblo. Un imperdible es el buffet que todas las noches se instala a orillas del río. En él, carnes, mariscos, pescados, vegetales y postres están a tu libre disposición, por un precio que es más que conveniente hasta para el más avaro de los viajeros (como buenos chilenos que somos juntamos hambre todo el día).

Cultivos en los alrededores.

Cultivos en los alrededores.

Laos en general nos ha encantado, creo que dada la lejanía con nuestro país no sería un lugar para visitar exclusivamente, sin embargo sentimos que ha sido un gran descubrimiento. Veníamos con la idea de quedarnos solo una semana en el país, pero la tranquilidad y la buena voluntad de la gente nos atrapó. Luang Prabang es un pueblo pintoresco, que a primera vista te preguntas que vas a hacer aquí por más de dos o tres dias, pero más allá de cascadas y cuevas, el estar en este lugar, caminar a orillas del Mekong, admirar un atardecer junto a una cerveza o acercarte a conversar con los monjes (quienes siempre están dispuestos a compartir un momento contigo) son actividades simples y muy gratificantes. Terminamos quedándonos en la ciudad por seis días, y a pesar de que ya no disponemos del mismo tiempo que cuando estábamos en los primeros meses, hemos decido que también nos quedaremos más tiempo del presupuestado en Laos. Conversando con viajeros hemos descubierto un lugar que está un poco apartado, pero que por lo que nos dicen vale completamente la pena: iremos al sur del país a un lugar llamado Si Phan Don, tambien conocido como 4000 islas.

Datos útiles:

-LP es la ciudad más turística del país, por lo que en su mayoría los precios se encuentran más inflados que en el resto de Laos.

-Alojamientos: lo más barato que encontramos fue 40000, pero era precario, sucio y deprimente. Para un mínimo de comodidad (y con esto me refiero a una habitación limpia, baño compartido y con suficiente espacio para dejar la mochila y transitar) espera pagar al menos 70000.

-Arriendo moto: 80000 Diarios.

-Buffet: 60000 Kip.

-si van a las cascadas lleven traje de baño. Hay lugares para cambiarse.

One comment

  1. Monica Ramírez dice:

    Me encantaron las cascadas el agua se ve espectacular, sebañaron

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *